Cliquea la imagen para ir al sitio y compartir de uno de los cuentos más maravillosos para disfrutar con los más pequeños.
El hada de los niños
De su lejano reino color rosa
volando por la noche
silenciosa,
el hada de los niños ya
viene reluciendo.
Coronada de amapolas,
que cubriendo
su cuerpo entero
la vuelven misteriosa.
Se acerca ligera al niño que duerme,
le ponen en su frente una mano de nieve,
sus cabellos de oro acaricia:
y sueños lindos, como nadie tuvo,
el niño siente que en el se inician.
Fragmento del poema de Fernando Pessoa EN: Lo mejor del mundo son los niños
¿Qué pasa si se moja
una mariposa?
¿se corren los colores
de sus alas
y queda despintada?
¿Acaso se vuelve
estrella fugaz,
espuma, espejo?
¿Se hace libélula
y esconde
toda la lluvia
en sus alas?
¿O es lo que es,
en realidad:
un libro secreto
de dos páginas?
Laura Escudero Tobler, del libro "Ema y su silencio", Premio Hispanoamericano de Poesía para Niños 2015.
ENTRE LOS PÁJAROS ES EL MEJOR
EL HORNERITO TRABAJADOR.
MÁS HERRAMIENTAS NO NECESITA
QUE SU PIQUITO Y SU PATITA.
_¡VIVA LA LLUVIA Y EL AGUACERO!,
¡QUÉ LINDO TIEMPO!_DICE EL HORNERO.
CON EL BARRITO DE LOS PANTANOS
HARÉ MI CASA CON ESTAS MANOS.
PARA MIS HIJOS Y MI MUJER,
UNA CASITA QUIERO TENER.
LA HARÉ REDONDA COMO UNA BOLA
Y RESISTENTE COMO ELLA SOLA...
TENDRÁ UNA PIEZA Y UN COMEDOR,
LA COCINITA Y EL CORREDOR.
CON BARRO BLANDO, PAJA DORADA,
QUEDÓ LA CASA BIEN AMASADA.
Y SOBRE UN POSTE DEL ALAMBRADO
SE VIÓ EL RANCHITO PINTIPARADO.
LUEGO CONTENTO, MUY SALAMERO,
A SU HORNERITA DIJO EL HORNERO:
_SI HAS DE QUERERME COMO YO A VOS,
SERÁ EL RANCHITO PARA LOS DOS.
Que las lluvias que te mojen sean suaves y cálidas.
Que el viento llegue lleno del perfume de las flores.
Que los ríos te sean propicios y corran para el lado que quieras navegar.
Que las nubes cubran el sol cuando estés en el desierto.
Que los desiertos se llenen de árboles cuando los quieras atravesar. O que encuentres esas plantas mágicas que guardan en su raíz el agua que hace falta.
Que el frío y la nieve lleguen cuando estés en una cueva tibia.
Que nunca te falte el fuego.
Que nunca te falte el agua.
Que nunca te falte el amor.
Tal vez el fuego se pueda prender.
Tal vez el agua pueda caer del cielo.
Si te falta el amor, no hay agua ni fuego que alcancen para seguir viviendo.
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Cuentan que cuentan que había
una vez una princesa
que vivía en un estante
de una vieja biblioteca.
Su casa era un cuento de hadas,
que casi nadie leía,
estaba entre un diccionario
y un libro de poesías.
Solamente algunos chicos
acariciaban sus páginas
y visitaban a veces
su palacio de palabras.
Desde la torre más alta,
suspiraba la princesa.
Lágrimas de tinta negra
deletreaban su tristeza.
Es que ella estaba aburrida
de vivir la misma historia
que de tanto repetir
se sabía de memoria:
una bruja la hechizaba
por envidiar su belleza
y el príncipe la salvaba
para casarse con ella.
Cuentan que cuentan que un día,
justo en el último estante,
alguien encontró otro libro
que no había visto antes.
Al abrir con suavidad,
sus hojas amarillentas
salió un capitán pirata
que estaba en esa novela.
Asomada entre las páginas
la princesa lo miraba.
Él dibujó una sonrisa
sólo para saludarla.
Y tarareó la canción
que el mar le canta a la luna
y le regaló un collar
hecho de algas y espuma.
Sentado sobre un renglón,
el pirata, cada noche,
la esperaba en una esquina
del capítulo catorce.
Y la princesa subía
una escalera de sílabas
para encontrar al pirata
en la última repisa.
Así se quedaban juntos
hasta que salía el sol,
oyendo el murmullo tibio
del mar, en un caracol.
Cuentan que cuentan que en mayo
los dos se fueron un día
y dejaron en sus libros
varias páginas vacías
Los personajes del libro
ofendidos protestaban:
“Las princesas de los cuentos
no se van con los piratas”.
Pero ellos ya estaban lejos,
muy lejos, en alta mar
y escribían otra historia
conjugando el verbo amar.